martes, 19 de febrero de 2008

Historia de la Orden de Predicadores en San Juan. Su importancia evangelizadora.


Conferencia:

"HISTORIA DE LA ORDEN DE PREDICADORES EN SAN JUAN. SU IMPORTANCIA EVANGELIZADORA".


Para comenzar esta conferencia que se referirá a la acción evangelizadora de los dominicos en la provincia de San Juan, necesario es contextualizarla, dentro de la obra de la Iglesia en el Nuevo Mundo, iniciada en 1492.
El descubrimiento de América por Cristóbal Colón para la Corona española dará lugar a las Bulas pontificias de “Donación” (basado en la concepción medieval del Papa como “dueño del orbe”) por parte del Papa a España de “... todas las tierras descubiertas y por descubrir... hacia el poniente”, reservando la exclusividad de la exploración y ocupación del territorio americano.

Dicha concesión llevaba aparejada, como contrapartida, la obligación de los Reyes españoles de “evangelizar” a los naturales de América.

Consecuencia de ello será el otorgamiento por parte del Papa Julio II, en 1508, del Derecho de Patronato a la Corona española, significando con esto que los Reyes españoles serían los “Patronos de América”, con la facultad de proponer obispos y dignidades eclesiásticas y crear, dividir o suprimir diócesis, arquidiócesis y parroquias.

Justo es reconocer que los reyes españoles cumplieron sobradamente este mandato, pues la acción material y espiritual a lo largo de su presencia en América en el plano religioso, es todavía evidente a pesar del tiempo.

Baste con una sintética referencia rescatada por Vicente Sierra para fundamentar la extraordinaria acción espiritual llevada a cabo por España en América:

“En 1623, un cronista de la villa y corte, González Dávila, hace un balance del primer siglo de la acción española en América, diciendo: “ ... se han edificado 70.000 iglesias, 500 conventos de las religiones de Santo Domingo, San Francisco, San Agustín, la Merced y Compañía de Jesús... que tenían... mas de 3.000 religiosos en conventos y doctrinas a las cuales da el Rey para vino y aceite, y curar los enfermos, 47.000 pesos de limosna, y les haze el gasto hasta ponerlos en Indias. Hanse erigido para la enseñanza dellas y buen gobierno muchas doctrinas, un patriarchado, seis arzobispados, once audiencias, muchos goviernos, corregimientos y presidios para la defensa de aquellas costas; y se han fundado mas de 200 ciudades, villas, colonias de nuestra España....”

Obra espiritual que estuvo en el Nuevo Mundo unida a la acción civilizatoria y educativa, produciéndose el transplante de las instituciones educativas de la metrópoli en este continente: “ ... desde 1538, en que se fundó la Universidad Imperial y Pontificia de Santo Domingo, hasta 1791, en que se creó la de Quito, diecisiete universidades surgen en América”

Contraste absoluto entre esta verdadera acción civilizadora y evangelizadora de España en el Nuevo Mundo respecto a la de los Ingleses en América del Norte!. Mientras en la América española se llevaba adelante una verdadera acción educativa: “ [... pero un siglo mas tarde] en 1670, el gobernador de Berkeley, de Virginia, en plena colonización inglesa, decía: “Por acá se sigue la costumbre de los pueblos rurales ingleses: cada cual enseña a sus hijos según su caletre y maña.... Doy gracias a Dios de que no haya escuelas públicas y confío no las ha de haber por lo menos en cien años; porque del saber han nacido en el mundo la desobediencia, la herejía y las sectas””

La Orden de Santo Domingo en América

Motivados por las noticias del Nuevo Mundo, las diferentes órdenes religiosas de la época, a instancias de los monarcas españoles se harán presentes en toda la geografía americana, adelantándose no en pocas ocasiones a la presencia de la administración española. Ninguno dejará de lado la posibilidad de colaborar con la cristianización de todo un continente.

Mercedarios, Agustinos, Dominicos, Franciscanos y posteriormente los Jesuitas, irán forjando su impronta en América desde los primeros momentos del descubrimiento.

El extraordinario historiador sanjuanino, de feliz memoria, Horacio Videla, hace una mención detallada de la presencia e influencia en América de la Orden de Santo Domingo:

¨ Las primeras universidades en el Nuevo Mundo (la de Santo Tomás de Aquino en 1538 en la isla la Española y la de San Marcos en 1551 en Lima, Perú) se fundaron por su iniciativa.
¨ Las primeras aulas en Cuyo correspondieron en Cuyo a la Orden de Predicadores y a la Compañía de Jesús: A los dominicos la primera en Mendoza y las segundas en San Juan y San Luis.
¨ La segunda isla mas grande de las Antillas conserva el actual nombre que Diego Colón, (Hijo de Cristóbal Colón) le diera en el tercer viaje: Santo Domingo; hoy en día República de Santo Domingo.
¨ El Templo del Sol en el Cuzco, capital principal del Imperio Incaico, donde los incas adoraban a su dios, fue consagrado al culto cristiano, entregado a la Orden de Predicadores como iglesia dominica, cuya presencia se mantiene en la actualidad.
¨ La Orden ha dado en América santos y mártires a la Iglesia y a la humanidad: Santa Rosa de Lima, canonizada en 1672 por el Papa Clemente XI, Patrona de América. Y Cristóbal de Buiza, poblador fundador que acompañó a Jufré en la fundación de San Juan, abrazando la vida religiosa al tiempo en la Orden de Predicadores, encontró la palma del martirio en el sur de Chile en el 1600 en manos de los araucanos.

Obra profunda y extraordinaria que ha dejado plasmado en un sinnúmero de ciudades, aldeas, parroquias y capillas de toda América el recuerdo imborrable y la gratitud perenne a los Dominicos y la devoción por ellos difundida a Nuestra Señora del Rosario.


La Orden de Santo Domingo y el patronazgo de Nuestra Señora del Rosario
en San Juan y Cuyo


En la provincia de San Juan la llegada de los dominicos se remonta al año 1590, siendo la Orden de Santo Domingo, la primera en establecerse en la provincia y también la única que alcanzó a la ciudad de San Juan en su primitiva cuna en el “Pueblo Viejo” en la primer fundación.

Dicho convento, junto con los que erigidos en Mendoza y San Luis, estará bajo la jurisdicción de la provincia dominica de San Lorenzo Mártir, con casa central en Santiago de Chile, desde su fundación hasta el año 1810 en que se incorpora a la correspondiente provincia dominica de San Agustín con sede en Buenos Aires.
En el plano de la ciudad fundada en 1562, se había designado para el Convento de Santo Domingo, la manzana de terreno del extremo S.O. de la plaza mayor. Allí se instalaron los Dominicos en el año 1590. Al ser trasladada la ciudad en 1594, a causa de las inundaciones constantes que se sufrían, ocupó dicho convento la manzana situada al N.O., a una cuadra de distancia de la plaza principal, parte del emplazamiento que conserva hasta la actualidad.

Fray Juan Garcés fue el fundador y primer Vicario del Convento en la provincia, erigido bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario, y Juan Vázquez estará al frente del Convento cuando este reaparezca en 1596, con posterioridad al traslado de la ciudad.

En 1608, será elevado a la categoría de Convento formal por el Capítulo General de la Orden celebrado en Roma, siendo su primer Prior el Padre Lorenzo Durán.
La primer iglesia de la Orden tenía el frente a la calle Mendoza (Ex Real de las Carretas), siendo de reducidas dimensiones.

Por razones de espacio, se decidió la construcción de una iglesia de mayor tamaño, con entrada por la actual calle Libertador San Martín. Para ello contó con la valiosa colaboración de los gobernadores Domingo Faustino Sarmiento y Saturnino de la Precilla.

La piedra fundamental de dicho templo se colocó en el año 1864. El 6 de junio de 1908 se inauguró la mitad del templo, completándose definitivamente la construcción en el año 1911.
Erigido bajo el Patronato de Nuestra Señora del Rosario, fue el de mayor capacidad en San Juan, despertando la admiración de lo visitantes foráneos. En 1893, un enviado del Diario La Nación de Buenos Aires, nos dejaba la siguiente crónica:

“Llama la atención el templo de Santo Domingo, de 2050 m2, el frente
majestuoso e imponente ofrece un aspecto gentil y agradable, las naves
laterales constan cada una de capillas separadas por arcos de medio punto coronadas por cúpulas esféricas dota das de linternas de cuatro campanillas en el centro, la nave central ofrece una verdadera novedad, la vista sigue la vertical de la galería, la nave central tiene un aspecto despojado y airoso”

Misioneros incansables desde los primeros tiempos de la conquista, los hijos de Santo Domingo en San Juan, llevarán la luz del evangelio, a los mas recónditos lugares del territorio provincial.
Labor que no solo estará circunscripta a la ciudad de San Juan, extraordinariamente atendidas por los frailes de la Orden, sino además a lo largo de toda la inhóspita geografía sanjuanina, sin medir los sacrificios por cumplir acabadamente su labor evangelizadora.

Desde 1623 los frailes de la Orden de Santo Domingo, a instancias de las directivas de los Obispos de Santiago de Chile, cumplieron funciones pastorales en las doctrinas de indios de Calingasta, Guanacache y Valle Fértil, en jurisdicciones del Regimiento y Cabildo de San Juan.

Serán los dominicos, respecto al aborigen, no solo los primeros doctrineros en San Juan, sino además, uno de los mas celosos defensores y protectores de los mismos frente al traslado forzado de los huarpes a Santiago de Chile y La Serena, para servir como mano de obra, desterrándolos de su suelo natal.

Fruto de esa labor profunda y esmerada, será el cariño que desde el primer momento despertaron en el pueblo sanjuanino, llevando al surgimiento de numerosas vocaciones entre los jóvenes provincianos. Familias como los Albarracín, Quiroga, Videla, Oro, Fernández de Maradona, Guevara, Sánchez de Loria, Quiroga Sarmiento, Balmaceda, Lucero, entre tantas, contaron entre sus miembros, a numerosos hijos de Santo Domingo.

Desde 1753, tenemos noticia de la creación de la Cofradía del Rosario, existente aún en la actualidad, dedicada al culto y difusión de la devoción a la Virgen en su advocación de Nuestra Señora del Rosario y la práctica del Santo Rosario.

Esta práctica del rezo del Rosario fue tan popular en toda América obra del celo de los dominicos, que obligó a decir al francés Freizer:

“Parece que toda la devoción se reduce al Rosario. Lo rezan en todas las
ciudades y aldeas, 2 o 3 veces por semana, en las procesiones, en el seno de las familias o bien en cada una en particular todas las noches”

(VARGAS UGARTE, Historia del Culto a María.)

En Cuyo, el afecto y la veneración a la Virgen del Rosario, se manifestó desde siempre, contado con numerosas parroquias y capillas en su nombre.

Pero es a partir del mil setecientos, cuando esta devoción alcanza una extraordinaria popularidad, por las numerosas gracias que se le atribuyen a la Madre del Rosario.

En el año 1737, Nuestra Señora del Rosario es coronada por su pueblo como Patrona de Mendoza, siendo posteriormente confirmada como Patrona Principal, por el Cabildo de la Ciudad, el 15 de noviembre de 1760.

Pero es recién en 1790, cuando la devoción a la Madre del Rosario, alcanza su coronación en todo Cuyo. Al cumplirse en este año la conmemoración de los doscientos años de la llegada de la primer imagen de la Virgen del Rosario a Cuyo, el 15 de noviembre de 1790, es declarada como Patrona Mayor de la Ciudad de Mendoza y de todo Cuyo por Monseñor Sobrino y Minayo a petición de las ciudades de San Juan, Mendoza y San Luis. Dicen los considerandos del Decreto:

“... Don Blas Sobrino y Minayo... dispuso extender su patronato, que hasta entonces era sobre esa ciudad de Mendoza, a todas estas tierras de Cuyo, es a saber: San Juan de la Frontera y San Luis de Loyola... a Nuestra Señora del Rosario... Patrona Mayor y Principal de esa Ciudad y de Cuyo... quedando sus antiguos Patronos Santiago Apóstol el Mayor, San Juan el Bautista y San Luis Rey de Francia como segundos Patronos principales en sus correspondientes ciudades y jurisdicciones.”

Por esta proclamación todo Cuyo quedó bajo la altísima tutela de Nuestra Señora del Rosario en calidad de Patrona Principal de todo su territorio.

San Pío V instituyó la fiesta de Nuestra Señora del Rosario, el día 7 de octubre de 1571, día de la Batalla de Lepanto, trasladándose posteriormente al primer domingo de octubre por el Papa Gregorio XIII.
En la actualidad la provincia de San Juan, además de la iglesia y del convento de Santo Domingo, la Parroquia de Valle Fértil y cinco capillas tienen como titular de la misma a Nuestra Señora del Rosario, tres parroquias y doce capillas dedicadas a la advocación de Nuestra Señora del Rosario de Andacollo y una capilla a Nuestra Señora del Rosario de San Nicolás.

Sirva este de sincero homenaje y reconocimiento a la Orden de Santo Domingo, la primera en establecerse en la provincia y a sus mas de cuatrocientos años de presencia ininterrumpida en San Juan, implorando la bendición de la Patrona Mayor, Nuestra Señora del Rosario, para todos los cuyanos.

Prof. Claudio Vera

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